96 millones de visitas

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En este país tenemos un problema: creemos que lo popular, por ser popular, es malo y, pues no, en México tenemos grandes ejemplos de magníficos espectáculos populares.

¿Cómo cuál? Como “Una familia con suerte”, la famosa telenovela nocturna de El Canal de las Estrellas.

Le guste a quien le guste o le moleste a quien le moleste, esta producción de Juan Osorio (“Mi pecado”) es uno de los melodramas seriados más importantes y revolucionarios de toda la historia de la televisión mexicana.

¿Por qué si es una adaptación de una telenovela argentina que ya se había hecho en Azteca? Por la manera como el señor Osorio y su equipo de colaboradores tomaron este proyecto, lo replantearon y le sumaron atributos tecnológicos y sociales.

¿A qué me refiero cuando le digo que lo replantearon? A que, siendo muy analítico, estos señores cambiaron la manera de escribir telenovelas en México.

Antes, un melodrama contaba una historia que, desde antes de su estreno, en teoría, tenía un principio, un desarrollo y un final.

Lo más que se había logrado en este sentido es lo que Epigmenio Ibarra había hecho con títulos como “Las Aparicio” y “El sexo débil” que era integrar las pequeñas historias que el público le iba contando a través de las redes sociales.

Pero Juan Osorio no, él y sus escritores (Marcia del Río, Alejandro Pholenz y Calú Gutiérrez) diseñaron una macroestructura para durar equis número de capítulos y, de una forma sistemática, cada 20 capítulos replantean situaciones y personajes de acuerdo a las opiniones del público y a los movimientos comerciales.

Esto es fabuloso porque crea la sensación de un espectáculo en perpetua evolución y que a cada rato nos está sorprendiendo, y le agrega un ritmo mucho más efectivo a la acción.

No me quisiera ni imaginar el trabajal que esto debe significar para los escritores, pero ha valido la pena porque el éxito de “Una familia con suerte” es indiscutible.

¿Y lo de los atributos tecnológicos? ¿Qué le trato de decir cuando le hablo de este punto?

A que a pesar de que se supone que esta telenovela es un divertimento 100 por ciento popular y que, en consecuencia, debería ser muy sencillo, es como la NASA de la televisión.

Además de las tradicionales transmisiones por televisión abierta, sus capítulos se pueden ver en tiempo real a través de la internet y hasta se pueden descargar para que usted los vea como quiera, cuando quiera y donde quiera.

Hay aplicaciones exclusivas donde los fanáticos pueden jugar a ser parte de esta historia, el mismísimo Juan Osorio lee los twitts y los mensajes de Facebook de los televidentes, los contesta y toma decisiones.

Más allá de cada capítulo, usted y yo hemos podido ver por internet conciertos en vivo y eventos especiales.

“Pina opina” es algo más que una aportación de la telenovela ya que su podcast se puede descargar completamente gratis, actores y creativos participan en un promedio de dos chats por semana con el público.

Hay un comic, un muñeco, un disco, juegos de mesa, botargas que van a los estadios de futbol, la animación de las buenas noches para los niños, la participación de figuras de la música, la actuación y la licuación, un montón de marcas y el exitosísimo “show” del Teatro Blanquita.

¿Había visto usted algo parecido, así de completo, en México o algún otro rincón de América Latina?

Con razón, además de los “ratings” y de todo lo que entra por el tema de las ventas (en sus diferentes vertientes), los contenidos de “Una familia con suerte” suman más de 96 millones de visitas sin contar la parte de los seguidores, la de las visitas, la de los celulares y la de las tabletas (FUENTE: Google Analytics vía Televisa Transmedia).

¿Sabe usted lo que son 96 millones de visitas para un país como el nuestro? Es casi la totalidad de nuestra población, es muchas veces más la población de muchos países, es un fenómeno social.

Y sí, a lo mejor no hemos estado de acuerdo con algunas secuencias, como la de los espermatozoides de Pancho López (Arath de la Torre), pero, caray, cuánto entusiasmo, cuántas aportaciones.

Hay un antes y un después de “Una familia con suerte” en materia de telenovelas y es, insisto, un espectáculo popular, una telenovela muy divertida, con excelentes personajes y grandes actuaciones.

Porque no cualquiera, como Daniela Castro, puede manejar tan bien el tono de comedia, porque no cualquiera nos puede conmover tanto como Luz Elena González y porque no cualquiera puede cambiar tan radicalmente su vida, como Arath de la Torre con Pancho López.

Me podría pasar todo el día elogiando a cada uno de los actores de “Una familia con suerte”, ¿pero sabe qué? Mejor véalos, disfrútelos y, sobretodo, anímese a reconocer algo que nos urge en un país de tantos contrastes como el nuestro:

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